viernes, 29 de octubre de 2010

STOP

“Me gusta estar al lado del camino
Y ver como todo,
Todo pasa”
FITO PAEZ

Stop.
Durante los últimos dos años leí mucho, muchísimo sobre una mujer, que llegó donde pocos lo han logrado, y que sin nada y siendo nadie, luchó por aquellos que eran nada y nadie y les dio algo invalorable: dignidad. Y lo hizo en solo siete años. Pero que una noche lluviosa y fría de julio, y con sólo treinta y tres años su vida y su cuerpito lacerado por el cáncer se detuvieron. Su nombre y su obra quedaron para siempre, en la Historia y los corazones de los que la consideran una Santa. Y me incluyo emocionado. Evita, así de simple, era su nombre. Stop.
Otra mujer joven, de apenas un año mas que yo. Con una vida, hasta donde uno veía y sabía sana, llena de proyectos y que había logrado su más ansiado sueño: tener su propia familia, el amor de su hombre y esos tres hijos que parió con su cuerpo y otros miles que parió, quizás sin saberlo y darse cuenta, desde un aparato de TV. Pero que un día cayó fulminada en medio de la calle. Su corazón le dijo basta. Romina era su nombre. Stop.
Un joven, que defendía algo en lo que creía y luchaba no sólo por él sino por los demás y por lo que consideraba, equivocado o no, justo. Otro joven al parecer, un inconsciente movido vaya uno a saber porqué, o porque sí o por “porque no pienso como vos”, con un disparo decidió su vida. Mariano era su nombre. Stop.
Un hombre, que era una topadora, y que con torpeza se llevaba todo por delante. Que esa torpeza a veces provocaba risas y bromas, que él mismo alimentaba y otras, grandes enojos y muchas preguntas sin respuestas. Que se podía o no estar de acuerdo con él, con lo que hacía o decía, y yo he seguido su andar entre esos sentires, con más acuerdos que disidencias. Topadora Humana, sí, pero que lo hacía con convicción y eso vale, hoy, mucho. Y algo de cabeza dura también. Y otra vez un corazón, su corazón, que dijo basta. Y que no puede que ser que tanto corazón siga latiendo, si es que alguna vez lo tuvieron: el de tanto mal nacido, que hasta van en camilla a estar frente a un Juez o se excusan en su salud para intentar tapar sus horrores y que tanto mal le han hecho a este País, y que fue esa Topadora quien volvió a ponerlos en el lugar de decirnos a todos porqué, y que de una vez por todas se haga Justicia, entre tantas otras cosas. Néstor era su nombre. Stop.
Que un joven de treinta y cinco años, que por primera vez se sentía bien plantado en la vida, en el camino, sabiendo al fin qué quería, porqué caminaba, y hacia dónde iba ese camino y vislumbraba el cómo conseguirlo, preparándose para eso, y que sentía que tenía por delante mucho. Y su salud, le dijo basta. Alejandro es su nombre. Soy yo. Stop.
Me gusta estar al lado del camino dice y canta Fito. Y me gusta todo lo que dice esa canción, pero yo ya estoy cansado de estar parado y esta vez me tomo el atrevimiento de decirle a Dios, o esa idea y sentir de lo que para mí llamo Dios, esa fuerza que está mas allá de todo y todos: BASTA. STOP.
Basta de tanta tristeza, de tantas trabas, de tanto dolor y lágrimas. Stop.
Si algo puedo rescatar de todo lo que pasó en lo personal y de lo público, es que yo puedo ver y sentir en vida, en esta chance que La Vida me da, el cariño y el afecto de aquellos que son lo mas valioso para mí hoy: la familia y por sobre todo y como se suele decir, esa familia que uno elije por la vida, los amigos, y que tanto me han ayudado desde ese afecto, esos besos y abrazos a volver lentamente y a ponerme en pie. Y a estar cada vez mas cerca de retomar ese camino. Con algunos cambios y replanteos y algunas dudas. Pero en pie otra vez. Stop.
A veces la Vida nos obliga a parar, a estar a un lado del camino hasta no tener bien en claro de no seguir por inercia, que haya un porqué, un sentido para seguir. Stop.
Tal vez estas sean algunas de las conclusiones que saqué en estos meses de ver la vida pasar y, en estos días de duelo en especial. Y ojalá hayan muchas más:

Quiero reír hasta que me duelan la cara y la panza y me quede sin aire. Stop.
Quiero bailar, saltar, cantar casi gritando sin parar hasta no poder más. Stop.
Quiero tardes bajo un sol tibio tomando mates con algo rico para comer. Stop.
Quiero dormir con el sonido de la lluvia sobre el techito de chapa de la ventana como canción de cuna. Stop
Quiero cenas de charla, bañadas con un rico vino, canto, mas risas y baile y mucho “hey now” (Britney dixit), gritado a propósito para que los vecinos amargos y sin vida, se quejen. Stop.
Quiero muchas noches de a dos inundadas en champaña. Stop.
Quiero muchos besos y abrazos. Los que me den, pero sobre todo los que tengo para dar. Sin más razón que sentirlo. Esta vez sí, porque sí. Porque quiero y se me antoja. Stop.
Quiero seguir escribiendo, pintando y descubriendo mas cosas en mí y en los demás. Aprender más de lo que me gusta y apasiona. Volver a subirme a un escenario y sentir esa fuerza y ese poder únicos, que solo los que vivieron la experiencia saben de lo que hablo. Stop.
Quiero más, siempre más; de lo que haya y encuentre en ese camino, que sé está repleto de ese más y en ese andar seguir sorprendiéndome. Stop.

Al borde del camino, con las lágrimas contenidas que tanto necesito sacar, y presto a volver a andar, le pido a ese Dios, o idea de Dios, o eso que está más allá de todo y de todos: Por un buen tiempo, por favor, STOP.


En memoria de María Eva ”Evita” Duarte de Perón, Romina Yan, Mariano Ferreyra, Néstor Kirchner y de todos los que soñaron y pelearon y pelean por un mundo mejor. Bien o mal. Pero haciendo.
Queda en Nosotros continuarlos y mejorarlos.
Amén.