miércoles, 20 de mayo de 2009

SEX AND THE CITY (AND ME)

Lo reconozco. Caí en el hechizo de esta serie. O de la película mejor dicho. Y no fue por culpa de Carrie. Fue de Charlotte. Veamos.

Carrie (la protagonista y relatora de las historias; Sarah Jessica Parker), Samantha (la insaciable come hombres; Kim Cattrall), Miranda (la mujer orquesta que supuestamente todo lo puede y, tiene o tuvo lo que todas quisieran, Cynthia Nixon), y la nombrada Charlotte (la mas infantil y Barbie de las cuatro, la que vive en un cuento de hadas permanente; Kristin Davis) en la película retoman sus vidas un tiempo después del final de la serie. Que al parecer terminó con todos felices y comiendo perdices. O al menos en eso estaban. Yo solo llegué a ver capítulos sueltos de la serie vía Cosmopolitan (en la época de apogeo no tuve HBO). Eso sí, ví capítulos que luego llegaron a ser importantes. Como el que cuenta cómo Harry y Charlottte comenzaron su historia.

Me voy a permitir un alto en le relato. Alguien que vió la peli a poco de estrenada me preguntó si yo la había visto y qué me había parecido en ese caso. Y agregó: “¿Qué pensás del amor y lo difícil que es distinguirlo entre medio de tantas cosas?” Mi respuesta en ese momento y ahora son las mismas: No es difícil distinguirlo, sino aceptarlo. Es mucho más fácil de lo que creemos. Somos nosotros los que lo complicamos todo. Somos nosotros que por orgullo, conveniencia, miedo y un largo etcétera, los que muchas veces miramos para otro lado y nos hacemos olímpicamente los desentendidos.

Y por eso me atrapó lo de Charlotte. Toda su vida giró en tormo del Príncipe-Azul-Alto-Rubio-De-Ojos-Celestes y que baja de su Caballo Blanco dispuesto a rescatarla de la torre en la que la encerró una bruja malvada. Y lo que la vida le deparó lejos estuvo de eso. Algo así como Shrek. Bueno no tanto. Pero casi. Nada de lo que ella esperaba de un hombre para compartir su vida fue lo que terminó por enamorarla. Si hasta cambio de religión cuando a poco de salir con Shrek, perdón Harry, éste le dice con toda franqueza que no esperaba futuro alguno con ella por que él era judío y solo podía casarse con una judía. Contra todos los pronósticos, la frívola y tonta de Charllotte movió cielo y tierra (literalmente) para convertirse al judaísmo. Y cuando en un momento parecía que todo había terminado entre ellos se dió cuenta que a pesar de no ser perfecto, Harry era el hombre que amaba. Sniff...

Muchas veces después de mis fracasos amorosos me he preguntado que es lo quiero en realidad. No es que me queje, si miro atrás tuve bastante suerte, a pesar del episodio “Fatal Attraction”, que me dejó con lo puesto. Y creo también haber tenido la suerte de Charlotte y haber encontrado a Mi Shrek. Por desgracia la vida no es una serie o una película donde al final todo sale bien. Mi Shrek no se quedó en el chiquero. Pero si me sirvió para darme cuenta, como Charlotte, que lo que menos uno espera o quiere, es lo que nos puede cambiar la vida para siempre.